Existen indicios del establecimiento de logias masónicas en Murcia desde 1817, relacionadas con Juan Van Halen y José María Torrijos.
La primera, con documentación rigurosa sobre su constitución, fue “Hijos de Hiram”, cuyos trabajos comenzaron en septiembre de 1869, bajo los auspicios del Gran Oriente de Francia.
Desde 1869 hasta 1939, existieron 52 cuerpos masónicos parcialmente documentados y 20 sin documentar, fundados gran parte de ellos en el último tercio del siglo XIX.
La documentación existente es escasa pero aún así, existe una aproximación histórica, gracias a fuentes relevantes como actas, correo o listas de miembros, conservadas en el Archivo Histórico Nacional, sección Masonería, de Salamanca.
Casi las tres cuartas partes de los organismos masónicos murcianos, se constituyeron y se extinguieron, tras la crisis finisecular, en el ultimo tercio del siglo XIX.
Dependieron de la Gran Logia Regional del Sudeste, entre los años 20 y 30 del S. XX; entonces existían dos grandes logias regionales, un consejo de Caballeros Kadosch, nueve capítulos Rosa-Cruz, treinta y ocho Logias y cuatro Triángulos.

Se conoce la fecha aproximada de la fundación de la mayoría de los talleres, pero de pocos consta la de su extinción, al no comunicarse a los Grandes Orientes el momento en que “abatían columnas”, por la confianza de los hermanos en que las crisis económicas o de división interna fueran transitorias, pudiendo volver a la luz tras el lapsus.
Los años de máxima vitalidad masónica coinciden con las dos primeras décadas de la Restauración (1874 -1894). Otro momento de apogeo se extiende desde 1921 a 1935.
La primera crisis se vislumbra en la década 1896-1905; se ahonda en los tres lustros siguientes; volviendo a una etapa negra en el periodo anterior a la guerra civil.
Un caso excepcional, por su empuje y por la documentación conservada, es la Logia “Aurora” de Cartagena, cuya existencia se prolonga desde 1877 hasta 1938. La logia capitalina “Vigilancia” se mantuvo desde 1878 hasta 1898. La mayoría, permanecieron activas entre 5 y 10 años, con periodos intermitentes de inactividad.
Gran peso y arraigo tuvo la Masonería en la ciudad de Cartagena, por su carácter de Base Naval: el puerto marítimo la hacía receptora y transmisora de las diferentes influencias ideológicas. Fue más dinámica económicamente que la capital a lo largo del siglo XIX y parte del XX, gracias también a la cercanía de las minas y al mediano desarrollo de la industria metalúrgica y química.

La ciudad de Murcia, asentada en el centro de la extensa vega del río Segura, era una ciudad rural aún englobando el centro administrativo y la sede de la burocracia y servicios, que imprimirán un carácter distintivo a los miembros de sus talleres.
El auge masónico se extendió por otras localidades como Águilas, La Unión y Mazarrón, sobre todo durante las dos últimas décadas del XIX y la primera del XX, gracias a la minería, el desarrollo de las comunicaciones e inmigración cuantiosa a dichas poblaciones en busca de empleo.
En Jumilla y Yecla, en el nororiente y aisladas del centro vital, se desconocen las fechas de la creación de logias. La expansión del viñedo coincidiendo con la transmisión de la filoxera en Francia, a partir de los años 80 del siglo XIX, extiende la Masonería por la zona. No se conocen organismos masónicos en el S. XX, aunque sí masones jumillanos y yeclanos en logias de otras localidades.
La difusión masónica provincial se produjo, por un lado, por la costa: desde San Pedro del Pinatar a Águilas, con centro en la ciudad de Cartagena, y por ramales a La Unión, Mazarrón, Lorca e, incluso, en determinados períodos, a la capital; y por otro lado, de la ciudad de Murcia hacia poblaciones del interior, como Jumilla – cuya logia “Vega de la Rosa” era filial de la murciana “Vega Florida” -, Caravaca, Moratalla, Cieza (desde Jumilla) y Archena. Pero en el secano de Murcia no es notoria; se constituyeron pocas logias y tuvieron escasa vigencia.
Parece ser que la clave del desarrollo masónico está en Cartagena, cuna en dos importantes períodos históricos:
- 1869, a principios del sexenio revolucionario y el del último tercio del siglo XIX. Si tomamos como referencia la primera logia de una localidad, cuya fecha de fundación fuese conocida, nos daría, para el primer período una trayectoria que iría de Cartagena (1869) a Murcia (1878), Jumilla (1880), Caravaca (1881), Cieza (1882), Águilas (1882), San Pedro del Pinatar (1885), La Unión (1888), Moratalla (1888) y Yecla (1893).
- El primer lustro de los años 20 del siglo XX, inicio del posterior auge republicano. El itinerario sería: desde Cartagena (logia Aurora, 1877-1938), Mazarrón (1903), Murcia (1923), Águilas (1926), Lorca (1933) y Archena (1933).
Los diversos talleres murcianos estaban afiliados a distintas potencias masónicas (en aquella época se mantenían dos o mas con la misma denominación – han de distinguirse por el nombre del gran maestre que las preside). En el último cuarto del siglo XIX hay períodos de dispersión y enfrentamientos mayores. En los años 20 y 30 del siglo XX existen ciertas purgas y concentración.
El gran cuadro de obediencias masónicas esta esbozado por el profesor Álvarez Lázaro, pero muchas logias se iniciaron bajo los auspicios de un Gran Oriente y pasaron a los de otro, en ocasiones el opuesto. Otras veces, trabajaron al margen de cualquiera de ellos, de manera irregular durante un tiempo, para volver, o no, a someterse a una de ellos.
De 52 organismos masónicos murcianos, al menos 15 cambiaron de obediencia, pasando, por ejemplo, del Gran Oriente Nacional al de España y de éste al Español, o bien con otras combinaciones.



El Gran Oriente Ibérico es la continuación mayoritaria, desde 1893, del antiguo Gran Oriente Nacional de España.
La Gran Logia Española, heredera de la Gran Logia Simbólica Regional Catalano-Balear, sólocomienza a competir con las demás obediencias, sobre todo con el Gran Oriente Español, a principios de los años 20.El Gran Oriente Español, fundado por Miguel Morayta en 1889, se consideraba continuador del Gran Oriente de España, aunque otro Gran Oriente con este nombre pervivió en los mismos años, simultáneamente con el anterior.
El Gran Oriente Español acaparó en las primeras décadas del siglo XX la Masonería provincial con 13 de los 19 organismos masónicos conocidos.
Otros 4 pertenecían a la Gran Logia Española, pero 2 de ellos se adscribieron después al GOE.
Además de los organismos masónicos adscritos a potencias regulares, más o menos reconocidas como tales, tuvo gran importancia Masonería independiente o irregular.
La Gran Logia Provincial, se constituyó en enero de 1893, bajo los auspicios de la masonería universal independiente. En sus dos años de existencia, estuvieron confederadas a ella ocho logias: “Aurora” y “Diez Hermanos” de Cartagena; “Nueva Urci” de Águilas; “Isis” de La Unión; “Tres Hermanos” de El Algar; la “Esperanza”, de Alicante; y “Obrera” y “Caridad”, de la ciudad de Murcia. Al parecer, a estas ocho se sumaron dos más de Cartagena, fruto de la propaganda masónica realizada: “Los Hermanos Obreros de la Caridad” y “Caridad Cartagenera”, esta última femenina.
En el siglo XX, sólo una logia, “Carthago” de Cartagena, puede ser calificada como independiente y ello fue así porque ninguna potencia quiso admitirla en su seno, merced a los malos antecedentes de sus integrantes.

Existió una logia y un o triángulo flotante, establecidos en los barcos: la logia “Atlántida”, y un triángulo del mismo nombre. No se constituyó ninguna gran logia naval que aglutinara los talleres que fueran a crearse con ese objetivo, por el personalismo de algún gran maestre regional.
La historia de las logias flotantes españolas se remonta a los años 1801-1802, cuando los integrantes de una escuadra española (compuesta por 15 navíos), halló refugio en el puerto de Brest, ante el bloqueo de 18 meses de los barcos de guerra ingleses, y decide solicitar al Gran Oriente de Francia una carta patente para la creación de la logia militar “La Reunión Española”, con el fin de “proseguir en nuestra patria o en cualquier otro país al que tengamos que dirigirnos cumpliendo las órdenes del Estado…”.
En Marín y El Ferrol se erigieron los triángulos Solón y Atlántida nº 1 que, al final de su existencia, acabaría convirtiéndose en la logia Breogán nº 16.
En 1929, el H.·. Ángel Rizo Bayona, Gran Maestre del Gran Oriente Español (GOE), resucita estos míticos talleres compuestos por marinos que solían celebrar sus Tenidas en los buques.
Los talleres incluyen miembros procedentes de otras regiones e incluso del extranjero, hecho está estrechamente relacionado con el fenómeno migratorio murciano: en el ultimo tercio del XIX, el auge coincide con el boom minero o con el desarrollo industrial de alguna comarca – se refleja en las logias de la zona minera de Cartagena, La Unión, Águilas, Lorca o Mazarrón.
En el primer tercio del siglo XX se detectar influencia masónica catalana, por ser ésta la región de destino de muchos de los emigrantes murcianos.
La importancia como centro masónico, de Cartagena y la capital queda reflejada en que las dos terceras partes de todos los masones, naturales de la provincia, que existieron en los siglos XIX y XX se concentraron en las mimas.
¿A qué se dedicaban profanamente estos masones?
El porcentaje más elevado correspondía a suboficiales y cuerpos auxiliares de la Armada.
Les seguían, al ser una sociedad predominantemente rural, los propietarios agrícolas: hombres que vive holgadamente del fruto de sus tierras, aunque su propiedad, sobre todo en el regadío, no sea muy extensa.
El grupo de obreros suponía sólo el 9% del total. La apertura de la masonería a los mismos comenzó la ultima década del siglo XIX.
La logia “Primera Obrera” de Murcia se fundó en octubre de 1889. Le siguieron otras, pero sus miembros raramente eran exclusivamente obreros. Mas bien, pertenecían a la pequeña burguesía de artesanos o modestos empleados (por ejemplo, la logia Electricista, también de la capital, agrupaba a los empleados de la Compañía «Eléctrica de Levante» y a algunos de Correos y Ferrocarriles).
Los auténticos obreros hay que buscarlos en las logias de las zonas mineras de La Unión, Mazarrón y Águilas, en su mayoría mineros. Pero la mayoría eran obreros industriales y de servicios, mientras que los jornaleros agrícolas apenas accedían a las logias.

Existen dos circunstancias especiales en la Masonería murciana:
- La participación de las mujeres en las logias, aunque solo se conserva el nombre de 42 mujeres (el 2% del total) que pertenecieron a la Masonería. Sabemos que algunas desempeñaron cargos, como Dolores Arniches que en 1893 perteneció a la logia “Electricista” nº 85 de Murcia como 2ª Vigilante, o Matilde Fuentes que en 1892 desempeñó el cargo de Oradora en la logia “Amor y Ciencia” de Murcia.
- La versatilidad de los masones para pasar de unas logias a otras. Casi el 10% militaron en más de una logia, en ocasiones por la extinción su logia madre, pero, en la inmensa mayoría, por cambios de opinión sobre obediencias o a trayectorias irregulares de ellos mismos. La conflictividad interna de las logias murcianas fue muy elevada -sobre todo a finales del XIX- y ello explica también la gran dispersión de esfuerzos que supuso la existencia de organismos diferentes, de escasos efectivos, y a veces enfrentados entre sí.
Algunos de los nombres de las logias murcianas ofrecen la peculiaridad de carácter geográfico: así, Sparta (del Campo spartario romano), Cartella (la Cartesia también romana, hoy Cieza), Cartago nova o Carthago (nombre cartaginés de Cartagena), Miravete {de la sierra de este nombre, cercana a Torreaguera), Nueva Urci (una de las nueve cátedras episcopales establecidas en España), Thader (denominación hispanolatina del río Segura).
Otras denominaciones tienen un sustrato geográfico más poético, como Vega Florida o Vega de la Rosa.
Algunos títulos de logias son de carácter histórico -Asdrúbal, Colón-, o hacen referencia a la profesión de sus miembros (sobre en la ultima década del XIX), como Primera Obrera, Electricista o Hijos del Trabajo.
La mayoría, sin embargo, toman sus nombres de virtudes apreciadas por la Masonería o de ideales humanitarios: Lealtad, Lazo de Unión, Caridad, Paz y Armonía, Regeneración, Renacer, etc.
Fuente: Sociología de la Masonería en la Región de Murcia J.A. AYALA